Parkinson: claves para enfrentar a este mal que afecta de pies a cabeza

Si bien no existe una cura en la actualidad, los tratamientos disponibles permiten vivir bien. Al menos por ahora, que las cifras en el mundo aún se mantienen bajo control.

A pesar de todos los avances de la neurología, hoy en día todavía queda un largo camino por recorrer en lo que respecta al denominado Mal de Parkinson.

Se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa después del Alzheimer en Chile, siendo uno de sus principales obstáculos la dificultad para obtener un diagnóstico certero y oportuno.

El Parkinson consiste en un trastorno del movimiento que ocurre cuando las neuronas no producen suficiente dopamina. Este último, un neurotransmisor que está presente en diversas áreas del cerebro y que es clave en la función motora del organismo, así como en la regulación del estado de ánimo de las personas.

De hecho, el Parkinson aumenta su severidad en el tiempo como consecuencia de la destrucción progresiva de esta sustancia química y que puede desencadenar en un paciente completamente incapacitado.

Por otro lado, si bien esta enfermedad está relacionada con la edad, ya que es mucho más frecuente pasados los 65 años, tampoco es exclusiva de la gente mayor.

“Hay pacientes que desarrollan Parkinson siendo bastante jóvenes. De hecho, nosotros tenemos pacientes que han comenzado con su enfermedad a los 14 años”, explica el doctor Roque Villagra, neurólogo y director médico del Centro de Parkinson (Cenpar).

Ahora bien, ¿cuáles son los factores que originan este mal? Según Villagra, aunque se desconoce la causa exacta, se distinguen dos posibles factores preponderantes. “Uno, los factores ambientales, pues la exposición a tóxicos como pesticidas o metales pesados puede estar asociada a la aparición de la enfermedad. Es decir, hay un riesgo ocupacional, porque se ve más frecuentemente en personas que ejercen labores agrícolas. Y dos, también hay un factor genético que es sobre todo importante en aquellas personas que desarrollan su enfermedad de Parkinson a más temprana edad. O sea, la gente que empieza con los síntomas antes de los 50 años, es porque tiene una carga genética más acentuada”.

No obstante, explica el profesional, existe un porcentaje de personas que padece la enfermedad, sin factores tóxicos ni genéticos de por medio, por lo que actualmente es materia de investigación.

Síntomas y tratamientos

La enfermedad de Parkinson presenta síntomas que son fundamentalmente motores, entre los que destacan temblor en las manos, brazos, piernas y rostro; lentitud de los movimientos; rigidez de las extremidades cuando se está en reposo; y problemas de equilibrio y coordinación.

Además, la mayoría de los pacientes se complica luego con síntomas de índole cognitivos, tales como deterioro de memoria, concentración e, incluso, problemas alucinatorios.

Sin embargo, previo a estas señales que son más evidentes, se pueden manifestar otros síntomas a los que también hay que poner alerta si se pretende dar con un diagnóstico a tiempo.

“Se puede manifestar el trastorno conductual del sueño REM, que significa que los pacientes actúan y hablan en sueños; trastornos del olfato, en que pierden la capacidad de discriminar olores; trastornos de la esfera anímica y ansiosa, que es cuando presentan cuadros angustiosos o depresivos; y trastornos gastroenterológicos o de estreñimiento”, expone Roque Villagra sobre estos posibles signos tempranos de la condición médica.

El Parkinson, como todas las enfermedades progresivas y crónicas, tiene un tratamiento sintomático, que si bien no cura de raíz, funciona bien en la mayoría de los casos.

El tratamiento consiste fundamentalmente en reemplazar la sustancia que se pierde en los pacientes con esta afección. “En ellos se muere una célula del cerebro que se llama sustancia negra y que es la que produce dopamina. Por lo tanto, los pacientes con enfermedad de Parkinson tienen carencia de dopamina y lo que hace el tratamiento es reemplazarla por un medicamento que es transformado por dopamina dentro del cerebro, la levodopa”, detalla el profesional.

No obstante, para fases avanzadas o para cuando los pacientes responden intermitentemente a este medicamento, se puede recurrir al tratamiento quirúrgico, que consiste en implantar un electrodo en la profundidad del cerebro, para bloquear así los impulsos que producen rigidez, lentitud y temblor.

Cabe destacar que, de no recibir un tratamiento oportuno y adecuado, los enfermos pueden llegar a morir de complicaciones asociadas al Parkinson, como neumonía, infecciones urinarias, traumatismos pulmonares o trastornos deglutorios, entre otros.

Y por el contrario, si el trastorno está bien tratado, los pacientes pueden tener una expectativa de vida similar a la de una persona sin la enfermedad.

Escenario en Chile

“Nosotros tenemos notificados alrededor de 25 mil pacientes con enfermedad de Parkinson. Pero considerando que probablemente hay un grupo de pacientes que no está notificado, se estima que la cantidad asciende a alrededor de 30 mil”, declara el neurólogo y médico director de Cenpar, agregando que la enfermedad afecta un poco más a la mujer, pero solo por el hecho de que hay más mujeres en la edad avanzada.

Según el estudio Global Burden of Disease, publicado en la revista The Lancet, Chile presenta la tasa de envejecimiento más alta de América, por lo que se estima que para el 2050, un cuarto de la población tendrá sobre 60 años.

Es decir, “calculando que sobre los 65 años la prevalencia de la enfermedad de Parkinson es más o menos de 3 a 10, en la medida que la población sobre 65 años se incremente, la enfermedad también va a aumentar”, explica Roque Villagra.

De esta forma, la amenaza de convertirse en pandemia, como en algún minuto lo fue el VHI, la obesidad y la hipertensión, es más tangible a medida que envejece la población y no hay avances en la comunidad científica.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Parkinson afecta actualmente a 4.6 millones de personas en todo el planeta, mientras que se estima que para el año 2030 esa cifra será duplicada.

Ahora, ya que el Parkinson no se puede prevenir de antemano, sí es factible retrasar su progreso, por ejemplo, facilitando el acceso a diagnóstico clínico, atención oportuna y fármacos; promoviendo el deporte como protector contra enfermedades degenerativas; y, desde políticas de gobierno, impulsando la creación de nuevos estudios y tratamientos médicos que se aboquen a un mejor entendimiento de las causas ambientales, genéticas y conductuales.

Solo así, actuando todos los organismos en un conjunto, será posible batallar contra esta enfermedad crónica, progresiva e irreversible que, al menos por ahora, no dispone de cura.