Según cifras del Ministerio de Salud (Minsal), los chilenos en promedio comienzan a fumar a los 12 años. Y de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), nuestro país lidera el ranking de fumadores en toda América (considerando incluso Estados Unidos).
Si bien las políticas adoptadas en Chile han ayudado a disminuir el consumo de tabaco en la población desde la aplicación de la Ley del Tabaco, este hábito sigue siendo un tema de preocupación, sobre todo para los profesionales de la salud que ven los efectos nocivos en las personas.
Los peligros de fumar
Se hace necesario estar consciente de los problemas de salud a los que están expuestos los fumadores y su entorno. La campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para este año lleva el eslogan El tabaco, una amenaza para el desarrollo, con el objetivo de generar conciencia sobre la amenaza que representa el tabaco para los países en cuanto a la salud de las personas y el desarrollo sostenible de la sociedad.
De acuerdo a la OMS, en el humo de tabaco hay unos 4.000 productos químicos conocidos, de los cuales se sabe que, como mínimo, 250 son nocivos, y más de 50 cancerígenos para el ser humano. Al respecto, la Dra. Baeza, médico salubrista y docente de la Universidad Central, señala que dentro de los riesgos para la salud asociados al consumo del tabaco están “las enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y disfunción eréctil”, por nombrar algunas.
María José Verdugo, enfermera de la Universidad Santo Tomás, detalla que algunos de los cánceres asociados al consumo de tabaco son “el de pulmón, boca, laringe, nariz y senos paranasales, garganta y esófago”. Asimismo, la profesional explica que el entorno del fumador se ve igualmente afectado por problemas de salud. “Aquellos que a menudo están en contacto con el humo del tabaco y sus partículas nocivas tienen un riesgo más alto de reacciones y patologías súbitas y graves, incluso en ojos, nariz, garganta y las vías respiratorias bajas”.
La Dra. Baeza, por su parte, señala que los fumadores pasivos (definidos como las personas que no fuman, pero que están sometidas a los efectos nocivos del tabaco por aspirar el humo de las personas que fuman en su entorno) están igualmente expuestos a tener cánceres asociados al consumo de tabaco. “Inicialmente se pueden presentar problemas respiratorios, cuadros de asma, hasta llegar a insuficiencia pulmonar y, a la larga, cáncer pulmonar”, enfatiza. En este sentido, los más perjudicados son los niños y ancianos que conviven con un fumador.
¿Por qué cuesta dejar de fumar?
La nicotina promueve la liberación de dopamina en el cerebro, dando una sensación de placer. Ayuda, además, a bajar la sensación de estrés e irritabilidad. Sin embargo, puede llegar a ser muy adictiva y provocar síndrome de abstinencia en quienes intentan dejar de fumar. De acuerdo a la Dra. Baeza, los síntomas se presentan entre 12 y 48 horas después de haber fumado el último cigarro y pueden extenderse por varias semanas. Algunos de ellos son “taquicardia, salivación de la boca, nerviosismo y falta de concentración”, detalló la profesional y docente de la Universidad Central.
Por ello, la determinación y apoyo del círculo cercano es esencial para dejar de fumar. Los primeros días son difíciles (estadísticas indican que el 85% de las personas que dejan el tabaco, vuelve al hábito al poco tiempo), pero se debe pensar en los beneficios a la salud a largo plazo y mantener la meta siempre en mente para evitar recaídas. En este sentido, lo recomendable es llevar un tratamiento que incluye ayuda sicológica y farmacológica con parches o pastillas de nicotina. “Hace falta un convencimiento y una postura personal de dejar el hábito. La gran mayoría intenta dejar de fumar y cuando le viene la sensación de desesperación simplemente sucumben”, señaló la Dra. Baeza.
Estadísticas indican que el 85% de las personas que dejan el tabaco, vuelven a fumar al poco tiempo. Son pocos quienes tienen la determinación de dejar el cigarro permanentemente, y en general se debe llevar un tratamiento que incluye ayuda sicológica y farmacológica con parches o pastillas de nicotina. “Hace falta un convencimiento y una postura personal de dejar el hábito. La gran mayoría intenta dejar de fumar y cuando le viene la sensación de desesperación simplemente sucumben”, señala la Dra. Baeza.
En ello coincide la enfermera María José Verdugo, quien señala que “la adicción al tabaco es física y mental. Para la mayoría de las personas la mejor forma de dejar el tabaco es generar un plan de intervención que combine apoyo de profesional médico, cambio de hábitos personales y apoyo emocional”.
Al ser un hábito socialmente aceptado, muchas personas no ven el riesgo asociado ni lo consideran una adicción. “Sin duda falta fiscalización por parte de las autoridades y educación para tener mayor conciencia respecto a los riesgos a los que nos exponemos nosotros y el resto cada vez que compramos y consumimos cigarrillos”, señala la salubrista Nelly Baeza. Ese es también el llamado de la OMS, entidad que enfatiza en la importancia de normativas restrictivas y campañas de concientización al respecto.
La Dra. Nelly Baeza finaliza realizando un llamado a pensar más en el largo plazo en cuanto a nuestra salud y, sobre todo los adultos, a ser un ejemplo para los niños y jóvenes. “Un niño que crece con papás fumadores, es más propenso a convertirse en fumador y eso aumenta el peligro de presentar enfermedades asociadas al consumo”. Esto cobra relevancia en un país como el nuestro, donde el 85% de los adolescentes declara haber fumado al menos 1 vez.
Te invitamos a reflexionar al respecto y tomar la decisión de dejar de fumar hoy.