Efectos y riesgos del consumo de drogas

El abuso del consumo de alcohol y drogas es un tema de especial preocupación en Chile y el mundo, el cual puede generar importantes deterioros en la salud de las personas, así como episodios de violencia o delincuencia, alteraciones de la calidad de vida y graves trastornos sociales. Para comprender más a fondo las consecuencias del consumo de drogas en el organismo el Dr. Juan Andrés Mosca, director de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad San Sebastián, nos explica sus efectos a corto y largo plazo.

La disminución del consumo de drogas en la población, tanto a partir de la prevención como del tratamiento de personas adictas a su uso, es hoy en día un objetivo a nivel mundial. Preocupa de manera importante la gran cantidad de personas que actualmente consume este tipo de sustancias, la dependencia generada en edades tempranas de la vida y la fuerte tendencia por parte de la población joven a consumir de manera frecuente y abundante distintos tipos de drogas. “Consideremos como droga a toda sustancia química que interactúa con el sistema de recompensa a nivel cerebral, produciendo efectos a corto y largo plazo, que se traducen clínicamente en la presencia de un síndrome de abstinencia si no se utiliza la droga, y de tolerancia progresiva a su uso. Definido de esa manera, las drogas psicoactivas pueden ser estimulantes como la cocaína y la pasta base de cocaína, sedantes como el alcohol y la ketamina, alucinógenos como la marihuana y algunos hongos, y sintéticas con doble efecto, estimulante y sedante, como el éxtasis”, cuenta el Dr. Juan Andrés Mosca, director de Postgrado de la Facultad de Medicina de la USS.

Incidencia e impacto

Los opioides son drogas psicoactivas que generan fuerte dependencia y afectan distintos sistemas del organismo, especialmente en el sistema nervioso central. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 15 millones de personas en el mundo tienen adicción por estas sustancias, tanto de tipo ilícito como de prescripción médica. No obstante, solo un 10% de la población afectada estaría recibiendo tratamiento. “El consumo frecuente de drogas primero causa una pérdida importante en la identidad y el sentido de propósito vital de la persona, la cual se hace presa de la droga y pierde la libertad. En un segundo instante produce un importante daño cerebral y físico, que afecta el funcionamiento social, laboral y familiar. Y en un tercer momento produce el completo derrumbe de la persona y su muerte”, afirma el Dr. Mosca.

Algunos opioides son la heroína, metadona, oxicodona, tramadol y morfina. Su abuso puede derivar en una depresión respiratoria, pues sus efectos alteran el funcionamiento del centro de la respiración, ubicado en el cerebro. Esto pone en riesgo vital a la persona. Según lo describe la OMS, una sobredosis de opioides es una emergencia médica que se caracteriza por presentar tres signos y síntomas, catalogados como la “triada por sobredosis de opioides”. Estos son miosis (pupilas contraídas), pérdida de consciencia y depresión respiratoria. La situación puede agravarse si se mezclan distintos opioides, o se combinan con alcohol.

Por otra parte, el abuso de distintos tipos de droga predispone a:

  • Alterar el humor y las relaciones sociales.
  • Distorsionar la percepción de lo que tiene valor o no para la persona.
  • Estimular conductas agresivas o delictuales
  • Aumentar el riesgo de padecer enfermedades.

Efectos a corto y largo plazo

Según explica el Dr. Mosca, las sustancias psicoactivas ejercen un efecto directo en las neuronas y células gliales, lo que puede provocar muerte cerebral y daño en la estructura y vascularización del cerebro. “Las drogas generan daño cerebral por vía del daño vascular, en las células de soporte y directamente sobre las neuronas. El cerebro de un adicto se va muriendo rápidamente, disminuye su volumen y funciona cada vez de manera más precaria”, señala.

Estos efectos negativos también pueden extenderse al resto del organismo, generando daños en la piel, el sistema endocrino, cardiovascular, hepático y reproductor, entre otros. Las alteraciones pueden ser irreversibles y fatales. “A modo de ejemplo, la marihuana produce un daño selectivo sobre el hipocampo que afecta la capacidad de concentración y la memoria, así como el sistema límbico, predisponiendo a los trastornos depresivos y de pánico. El alcohol produce daño hepático, que lleva a la cirrosis e insuficiencia hepática, así como produce un daño cortical global a nivel cerebral. La cocaína, por su parte, produce microinfartos vasculares en el cerebro y puede llevar a un infarto cardiaco”, agrega el académico de la Universidad San Sebastián. Esta última se trata de una sustancia psicoestimulante que activa los receptores dopaminérgicos del cerebro. “Actúa directamente en el circuito mesolímbico de la recompensa, generando euforia, taquicardia y una percepción de la realidad ampliada. A largo plazo el cerebro optimiza economizando la actividad cerebral, bajando los niveles de energía y euforia, y la persona se mantiene en un constante letargo depresivo del cual solo logra salir al volver a consumir. Esto lo hace cada vez en mayores cantidades, solo para dejar de sentirse mal”, explica. Por otra parte, el consumo de drogas lleva a un círculo vicioso, pues dichas sustancias generan adicción y urgencia por su uso, con un consiguiente síndrome de abstinencia.

Prevención y tratamiento

En Chile, el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), se encarga de implementar políticas públicas y programas de prevención y tratamiento para reducir el consumo de drogas. Según la Cuenta Pública de 2016, el año pasado se atendieron 21.287 casos en el Plan de Tratamiento de Drogas. Para este año, los desafíos que encabezan los programas de esta institución son la prevención y tratamiento de episodios de adicción, junto con la capacitación de recursos humanos vinculados al manejo de estos casos.

Dentro del tratamiento, el abordaje del síndrome de abstinencia es central, pues se considera uno de los desafíos más complejos para quien consume drogas. Se recomienda acudir a especialistas, junto con redes de apoyo familiar o círculo cercano, manteniéndose alejado de aquellos ambientes o personas que fomenten el consumo. “Dejar de consumir drogas es probablemente el acto más trascendente que puede realizar una persona, priorizando un sentido personal de autoeficacia y logrando un cambio profundo que lo lleva a su integración personal y social. Sin embargo, no resulta fácil, ya que se ve enfrentado a tentaciones y sensaciones displacenteras, y no pocas veces, a la presión intensa de consumidores y proveedores que no quieren que deje de consumir drogas”, explica el Dr. Juan Andrés Mosca.