Claves para torcerle la mano al colesterol alto

Si bien el colesterol es una grasa que el cuerpo necesita para funcionar correctamente, un aumento irregular en sus niveles puede derivar en enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otros trastornos.

Si de cuidar la salud se trata, es común escuchar hablar sobre el colesterol y que tal o cual alimento lo suben o bajan. Pareciese ser una palabra de uso cotidiano. Sin embargo, en la práctica es poco lo que se sabe sobre esta molécula que, para comenzar, está presente en todos los seres vivos del reino animal.

En palabras simples, el colesterol constituye un tipo de grasa que forma parte de las membranas celulares, lipoproteínas y hormonas esteroides, entre ellas, las hormonas sexuales. Asimismo, es un importante constituyente de la bilis y precursor de vitaminas, como la vitamina D.

Ahora, como el colesterol es una grasa, se solubiliza poco en agua, de modo que para poder ser transportado por la sangre, debe unirse a una proteína denominada lipoproteína. Y ahí es donde surge la distinción entre colesterol bueno y colesterol malo.

“El colesterol asociado a las lipoproteínas de alta densidad, denominadas HDL-colesterol, viaja al hígado para eliminar la acumulación de lípidos en las células y arterias, por lo que se conoce como colesterol bueno”, explica la doctora Isabel Margarita Zúñiga, nutrióloga de Clínica Terré.

El colesterol malo, en tanto, “es aquel unido a lipoproteínas de baja densidad, LDL- colesterol, que es llevado del hígado al resto del organismo. Cuando éste llega a niveles más altos, suele adherirse a las paredes de las arterias y obstruirlas, aumentando así el riesgo de infarto cardíaco y accidente cerebrovascular, entre otros”, añade la especialista.

¿Cómo se mide y en qué momento pasa de ser bueno a malo? Quizás esta pregunta es la más recurrente y lo cierto es que el colesterol se mide por sus concentraciones en la sangre.

“Los valores sobre 200 mg/dl de colesterol total son elevados, pero es importante mirar la descomposición del valor en el colesterol LDL y HDL. Estos últimos tienen valores deseables (col-HDL >60 mg/dl, col-LDL <100 mg/dl), aunque la meta de cada uno depende del riesgo cardiovascular que tenga el sujeto. Los valores alterados de colesterol son muy poco sintomáticos, lo que obliga al chequeo periódico de estas grasas en la sangre”, detalla Isabel Margarita Zúñiga.

No obstante, es posible mantener controlados los niveles de este tipo de grasa mediante un estilo de vida saludable, que incluya una dieta adecuada y actividad física regular. Y en caso de ser necesario, se puede recurrir también a la ayuda farmacológica.

El escenario se complica, eso sí, cuando las causas que alteran los niveles de colesterol obedecen a trastornos digestivos, hepáticos, renales o de la glándula tiroides. “Estos trastornos pueden interferir con la formación y con la desintegración de los lípidos, y requieren manejo de la patología de base. Otros tipos de hipercolesterolemia (aumento de la cantidad normal de colesterol en la sangre) son de origen hereditario y tienen una fuerte carga genética, por lo que su manejo debe ser integral”, manifiesta la nutrióloga de Clínica Terré.

Factores claves

Según la última Encuesta Nacional de Salud, el colesterol total elevado afecta a un 38.5% de la población en Chile. Es decir, casi un cuarto de ésta presenta elevado el colesterol LDL y menos de la mitad tiene niveles satisfactorios de colesterol bueno (col- HDL). Este panorama no varía según el sexo, aunque las mujeres presentan niveles de HDL significativamente mayores que los hombres y a toda edad.

De todas maneras, la hipercolesterolemia es una afección principalmente de la edad adulta. “A partir de los 25 años, el promedio de colesterol total y colesterol malo aumenta significativamente hasta los 64 años. En niños, la prevalencia de este trastorno es cercana al 9%, lo que está favorecido por las cifras en alza de obesidad”, explica la especialista, haciendo hincapié en que la detección y un tratamiento precoz son fundamentales por el mayor riesgo cardiovascular que se puede presentar a futuro.

De hecho, cambiar los hábitos de alimentación representa la base del tratamiento de la hipercolesterolemia, por lo que todo paciente con esta afección debe modificar lo que come a diario. “El impacto de la dieta en la reducción del colesterol LDL es cercana al 25 a 30%”, apunta la doctora Isabel Margarita Zúñiga.

Sin embargo, además de llevar un régimen óptimo para mantener normales los niveles de colesterol, es fundamental realizar ejercicio físico de intensidad moderada en forma regular, controlar periódicamente el nivel de colesterol en sangre y evitar el cigarro, que reduce el colesterol bueno o HDL.

Eso sí, controlar los niveles de este tipo de grasa sin medicamentos no funciona para todos. Sobre todo en el caso de aquellas personas con niveles muy altos de colesterol y/o riesgo cardiovascular elevado, es necesario el apoyo farmacológico, siendo el médico tratante el único que podrá indicar su inicio y dosificación, según cada paciente.

“Los fármacos que han mostrado mejor efectividad en reducir los niveles de colesterol malo y con ello el riesgo cardiovascular, son las estatinas. Estos fármacos bloquean la enzima crítica que permite la síntesis del colesterol, lo cual tiene como resultado la estimulación de la remoción del colesterol de los vasos sanguíneos”, señala Zúñiga.

Síntomas y recomendaciones

El exceso de colesterol  maligno puede producir aterosclerosis. Es decir, depósitos de este lípido en las paredes de las arterias que van formando placas, obstruyendo el paso de la sangre y pudiendo ser esto causa de infartos al miocardio o accidentes cerebrovasculares, entre otros. La angina de pecho, debido a la falta de irrigación sanguínea en una parte del corazón, es otra consecuencia que se desprende del colesterol alto. Este trastorno aparece especialmente al realizar algún tipo de esfuerzo y puede ser repentino o recurrente.

Por su parte, la doctora pone en alerta que la hipercolesterolemia indirectamente puede llegar a ser mortal. “Es una enfermedad silenciosa que presenta pocos signos clínicos. Se pesquisa cuando se ven los niveles de colesterol elevados o, muy tardíamente, cuando ya ha producido la enfermedad ateromatosa que conlleva riesgos mortales de infarto coronario y accidente cerebrovascular”, declara la especialista.

Efectivamente, los síntomas en general no son claros y así pueden persistir por muchos años sin que la persona afectada se dé cuenta. No obstante, es posible identificar algunas señales ligadas al colesterol alto, como son hinchazón de extremidades, agitación al moverse, pérdidas de equilibrio y mareos, dolor en el pecho, dolor de cabeza y visión borrosa.

Para concluir, la nutrióloga Isabel Margarita Zúñiga expone las indicaciones nutricionales para un paciente con hipercolesterolemia. De ser rigurosos en el tratamiento, es completamente posible bajar los niveles de colesterol alto y, por consiguiente, los riesgos asociados para la salud.

  • Las grasas de la dieta diaria no debieran ser más de un 25 a 35% de las calorías totales.
  • Reducir el consumo de colesterol diario a <200 mg/día.
  • Reducir el consumo de grasas saturadas a <7% y de grasas trans a <1% de las calorías totales diarias.
  • Reemplazar grasas saturadas por carbohidratos complejos ricos en fibra y grasas mono/poli insaturadas.
  • Aumentar el consumo de vegetales (8-10 porciones diarias).
  • Consumir pescados ricos en omega 3 (2 porciones por semana), nueces (5 porciones por semana), semillas, soya y aceites vegetales.
  • Consumir estanoles-suplementos (2 gr/día) y fibra soluble (10-25 gr/día).