
Ni la artritis ni la artrosis poseen una cura definitiva en la actualidad. Sin embargo, existen tratamientos para reducir el dolor, así como para aumentar la calidad de vida de las personas, ya sea a través de fármacos, intervenciones quirúrgicas o cambios en la alimentación.
Octubre es el mes de las enfermedades reumáticas y particularmente cada 12 se marca en el calendario para concientizar a nivel mundial sobre lo que implica padecer una de ellas. Mucho se habla sobre la artritis y la artrosis e, incluso, se les tiende a confudir. Sin embargo, se trata de dos enfermedades distinas, con causas diferentes y tratamientos que siguen por otros cauces. El único punto en común, básicamente, es que ambas son patologías relacionadas con las articulaciones que causan dolor, incluso inmovilidad en sus fases más avanzadas y que reducen la calidad de vida de los pacientes.
La artritis es un grupo de enfermedades en las que el fenómeno principal es la inflamación de la membrana sinovial que recubre las articulaciones. De igual forma, pueden presentarse otros síntomas derivados como episodios de cansancio, anemia o fiebre.
La artrosis, en tanto, es un fenómeno de tipo degenerativo del cartílago de las articulaciones, asociado al envejecimiento y al desgaste de la articulación. Los síntomas de la artrosis, por tanto, van aumentando progresivamente en intensidad, instalándose de forma paulatina en el curso de los años.
Despejada, entonces, la principal diferencia entre una y otra, cabe aclarar que la artritis no es una enfermedad ligada a personas añosas, sino a otras causas como infección, traumatismo o enfermedad autoinmune.
“La artritis puede desarrollarse a cualquier edad y en el caso de la artritis reumatoide -que afecta principalmente a la muñeca y articulaciones de la mano-, ésta se presenta más regularmente en personas de alrededor de los treinta años, aunque también existen variedades infantiles, como la artritis homeopática juvenil. Además, se instauran mucho más rápido y con bastante más dolor que la artrosis. En ese sentido, la artritis es de una severidad mayor”, explica la doctora Lilith Stange, Miembro Directorio- Encargada de Comunicaciones de la Sociedad Chilena de Reumatología.
En cuanto a los síntomas, el dolor y la imposibilidad de realizar actividades habituales son las señales claras y, según señala la especialista, es imposible no darse cuenta porque cambia la vida.
“Una persona de treinta años, que es más o menos sana, empieza a notar que amenece con rigidez, que no puede levantarse rápidamente de la cama, que le cuesta doblar las rodillas, que le complica cepillarse el pelo… Se produce también muchísimo cansancio y fatiga por la misma inflamación. Por lo tanto, la gente que normalmente es muy activa, de un mes para otro se ve limitada y deja de hacer las cosas que hacía de manera corriente. En la artrosis, en cambio, todo es mucho más progresivo y lo que acusa el paciente no es tanto la inflamación, sino que es más el dolor y las limitaciones en la funcionalidad, por ejemplo, para caminar”, agrega la doctora Lilith Stange.
El diagnóstico frente a estas dos enfermedades lo puede realizar un médico general, a la vez que él mismo puede manejar perfectamente a personas con artrosis. Sin embargo, la artritis en sus distintas modalidades sí o sí debe ser tratada por un reumatólogo.
Prevención y tratamiento
Al igual que en otras afecciones, como enfermedades cardiovasculares, el estilo de vida influye bastante y, particularmente en el caso de la artrosis, la prevención va de la mano de mantener un peso saludable y realizar actividad físca regular. El objetivo es promover una buena tonicidad muscular y evitar a obesidad, con tal de retardar lo más posible los síntomas de este trastorno.
Su tratamiento, en tanto, va dirigido a aliviar el dolor y mejorar la movilidad, a través de un entrenamiento muscular multidisciplinario con kinesiólogos y fisioterapeutas. Asismimo, apunta a normalizar el peso del paciente.
“Para el alivio del dolor hay distintos medicamentos, desde el Paracetamol hasta analgésicos más sofisticados. Medicamentos que detengan o que reviertan la artrosis, no hay. Que regeneren el cartílago, tampoco. Solo existen estos medicamentos, denominados protectores de cartílago, cuyo objetivo final es aliviar el dolor sin producir toxicidad, considerando que se deben usar normalmente por muchos años”, explica la reumatóloga.
“Y si a pesar de ello la artrosis de una articulación, por ejemplo de la cadera o la rodilla, avanza, se acentúa y tiene a la persona con mucha limitación para moverse, no puede subir escaleras o necesita el apoyo de un bastón, entonces se le puede operar poniéndole una prótesis. En mayores de 65 años, si la artrosis es severa, la prótesis de cadera está garantizada por el plan GES (Garantías Explícitas en Salud)”, apunta Lilith Stange.
La artritis, por su parte, tiene un componente genético y ciertos factores hereditarios asociados, por lo tanto, en sí no hay una manera de prevenirla.
Sin embargo, para las artritis y, específicamente para la artritis reumatoide, el tratamiento se enfoca en disminuir la inflamación para que la enfermedad no progrese, ni dañe irremediablemente las articulaciones. Además, como un beneficio adicional, estos medicamentos alivian el dolor.
“Nosotros podemos conseguir que la enfermedad entre en una condición que se llama en remisión, es decir, inactivar la enfermedad a través de medicamentos bien específicos que son los modificadores de enfermedad. Y tanto para la artritis reumatoide, como para la artritis juvenil, están todos garantizados por el GES”, agrega la especialista.
En definitiva, ni la artrosis ni la artritis tienen curan, por lo que son consideradas como condiciones crónicas. Pese a ello, los tratamientos están a la mano y permiten a las personas recuperar su calidad de vida; mientras que, en materia de adelantos científicos, hay esperanza de seguir avanzando y dar con la cura en algún futuro próximo.
“Hay líneas de investigación muy interesantes, como terapias asociadas al tema de la autoinmunidad con células dendríticas, pero que aún no están disponibles para uso masivo”, detalla la reumatóloga, quien confía en que los nuevos estudios van por buen camino.
Dieta y ejercicio
Mientras que la artrosis afecta igualmente a hombres y mujeres, la artritis es mucho más recurrente en el sexo femenino.
“La proporción es que de cada seis enfermos, cinco son mujeres y uno es hombre. Es mucho más frecuente en mujeres por un tema entre genético y de influencia hormonal. Por otra parte, se estima que en Chile hay unos 100 mil pacientes con artritis, mientras que con artrosis las cifras son variables, aunque pueden rondar por el 30% de la población”, afirma Stange.
En ambos casos, es fundamental seguir una dieta saludable y completa, con una ingesta de proteínas y productos ricos en calcio, a la vez que se disminuya la cantidad de sal.
Y especialmente en el caso de la artritis y los pacientes jóvenes, estos tienen mucho más riesgo cardiovascular versus personas de su misma edad. Por esta razón, se les recomienda que no fumen, pues las sustancias del tabaco perpetúan la inflamación de la artritis, además de llevar un buen control de la ingesta de carbohidratos y lípidos.
La actividad física, por su parte, también es muy aconsejable para tonificar la musculatura, distinguir los niveles de dolor y normalizar el peso, siempre bajo la supervisión de un kinesiólogo que maneje los rangos, así como el esfuerzo físico que pueden hacer los pacientes.
En consecuencia, con un diagnóstico temprano, un tratamiento precoz, los medicamentos adecuados para controlar su progresión y un estilo de vida saludable, es perfectamente posible convivir en buenas condiciones con artritis y artrosis. Por lo tanto, el consejo ahora apunta a estar alerta a las señales y actuar en los tiempos precisos.