Alzheimer: las claves de un silencioso mal sin retorno

Si bien se trata de una enfermedad irreversible y progresiva, el diagnóstico oportuno es la mejor manera de afrontar esta enfermedad que en Chile va en alza. Un estilo de vida saludable temprano también puede ayudar.

El 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Alzheimer como una forma de concientizar y promover la prevención de esta enfermedad mental. Actualmente, en el mundo se estima que sobre 46 millones de personas padecen demencia, entre las cuales el 70% de ellas sufre de Alzheimer.

Cabe aclarar que, si bien la demencia es una pérdida de la función cerebral que se presenta con ciertas enfermedades, el mal de Alzheimer es un trastorno específico de la demencia que afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento. En su primer momento se manifiesta a través de olvidos o fallas que empiezan a interferir en las actividades cotidianas.

Se desconoce la causa exacta que lo origina, sin embargo, el Alzheimer está directamente relacionado con la edad como principal factor de riesgo.

“En personas mayores de 65 años, el Alzheimer puede afectar a una de cada diez; mientras que, en personas mayores de 80 años, puede afectar a una de cada tres personas”, explica Pedro Paulo Marín, médico geriatra y asesor externo de Fundación Las Rosas.

Es que al igual que la diabetes, la hipertensión y la osteoporosis, el mal de Alzheimer es una enfermedad que se presenta más comúnmente con el paso de los años. Algo que, sin duda, complica todavía más el panorama, considerando que la población de adultos mayores está creciendo más de lo proyectado en Chile.

De acuerdo con la última Encuesta Casen Adulto Mayor, la población de personas mayores aumentó hasta un 17,5%, frente al 10,1% que se registraba en el año 1990, lo que da cuenta de un incremento sostenido.

No obstante, señala Marín, no es una relación necesariamente proporcional. “Hay ciertos indicadores internacionales, en países más desarrollados, que han demostrado que, aun habiendo más adultos mayores, se puede bajar el número de personas dementes al manejar mejor las enfermedades cardiovasculares”, apunta.

Esto último, pues controlar las enfermedades al corazón implica necesariamente promover un estilo de vida saludable y, por consiguiente, llegar de mejor manera a la vejez.

Por lo anterior, se podría esperar que, en el transcurso de los próximos cinco años, se logre bajar en Chile  el porcentaje de Alzheimer, siempre y cuando la enfermedad se maneje de la forma adecuada. Según cifras de la Corporación Nacional de Alzheimer, cerca de 180 mil personas padecen de esta enfermedad actualmente en Chile.

“Como no hay un tratamiento actual para prevenir o para evitar el Alzheimer, es muy importante hacer el diagnóstico oportuno y, frente a los casos leves-moderados, actuar de forma precoz y eficiente para poder postergar el desarrollo de esta enfermedad que es progresiva”, añade el médico geriatra.

Por esta razón, lo esencial es suministrar a tiempo los medicamentos que están aprobados internacionalmente, con el objeto de que el Alzheimer se demore más en producir sus efectos finales, que se resumen en la dependencia.

Y es que tal como lo indica Pedro Paulo Marín, los medicamentos disponibles hoy en día no revierten la enfermedad, como muy pocos remedios revierten alguna. “Si usted tiene diabetes y toma remedios, el daño que produce la diabetes va a ser menor. Lo mismo para la demencia, porque los medicamentos no evitan la enfermedad, sino que minimizan sus consecuencias”.

De hecho, los fármacos pueden calmar algunos síntomas asociados a este trastorno, tales como insomnio, agitación, deambulación, ansiedad y depresión, contribuyendo así a un mayor bienestar para el paciente.

Por lo tanto, agrega el especialista, “mientras se está buscando en el mundo cómo prevenir el Alzheimer, que no es nada fácil, lo esencial es realizar un diagnóstico precoz”.

Tarea pendiente

Popularmente se tiende a creer que el Alzheimer es una enfermedad hereditaria. No obstante, Pedro Paulo Marín afirma que en “un 9,999% de los casos no se hereda”. Al menos, en Chile no existen registros de familias que se hayan traspasado la enfermedad.

Y aunque la alimentación y la actividad física tampoco influyen directamente, mantener una vida activa y saludable siempre será un aporte en este sentido, especialmente si se comienza a profesar desde la juventud.

“Una vida sana disminuye muchas enfermedades crónicas, entre ellas la demencia. Sin embargo, no va a tener el mismo impacto si la persona se empieza a cuidar recién a los 70 años. O sea, si toda la población de treinta fuera saludable, no fuera obesa, ni fumara, ni fuera sedentaria, tendríamos un país en los próximos cuarenta años mucho más sano”, expone el profesional.

De todas formas, a cualquier edad es importante poder prevenir, especialmente en un país que se encuentra estancado en materia de políticas vinculadas a la salud.

“Yo creo que todavía en Chile estamos atrasados en el diagnóstico y manejo oportuno con tratamientos farmacológicos y no farmacológicos para los casos leves-moderados, así que ojalá que los candidatos a presidente tengan una mejor propuesta al respecto”.

Y es que más allá de ser una enfermedad silenciosa y progresiva, que se demora años en dañar el cerebro, existe un punto no menos importante que tiene que ver con el círculo que rodea a los pacientes quienes, en sus etapas más avanzadas, terminan postrados y totalmente dependientes.

En efecto, es la familia la que debe hacerse cargo y aprender también sobre la enfermedad, aunque ciertamente esto no ocurre en todos los casos. “En Chile, la mayoría de los enfermos está en casas de reposo o fundaciones sin fines de lucro. Por ejemplo, la mitad de la población que acoge Fundación Las Rosas es demente y está dependiente.  Y es que así como ellos trabajaron y pagaron sus impuestos, el Estado tiene el deber de ayudarlos en su última etapa de vida”, afirma el asesor de la misma institución.

Lo importante, indiscutiblemente, es afrontar este mal, cuyo más grave escenario radica en la dependencia. No desconocer además que el Alzheimer es mortal a largo plazo, pues daña y mata las células cerebrales, produciendo un importante encogimiento cerebral y  desequilibrios en los neurotransmisores.

A medida que las neuronas degeneran, en el cerebro se acumula un producto de desecho característico, conocido como placas  y ovillos por sus formas, que habitualmente les permiten vivir a los pacientes entre 8 a 10 años, luego de haber sido diagnosticados con la enfermedad.

Sin embargo, la batalla recién comienza contra el Alzheimer ya que, si bien este mal no tiene cura, son cada vez más los estudios que otorgan un panorama alentador.

De hecho, investigadores de la Clínica Mayo de Rochester (EE.UU.) concluyeron que si durante la mediana edad se goza de una buena salud física y mental, se retrasan los síntomas del Alzheimer.  Además, comprobaron a través de estudios que un mejor diagnóstico frente a esta enfermedad está ligado con mantener la mente activa, ya sea a través de actividades tan simples como leer libros, hacer ejercicios mentales o utilizar el ordenador.

“Hay evidencias sustanciales de que estas actividades ayudan a retrasar la aparición de los problemas de memoria y razonamiento”,  destaca la publicación.

Así las cosas,  aún hay mucho por avanzar en la lucha contra esta enfermedad, por una parte a nivel de tratamiento, pero sobre todo y muy especialmente, a nivel de prevención.